RUTA COSTA OESTE EEUU. DÍA 3. SAN FRANCISCO

Mis ojos vuelven a abrirse de forma automática a las 05:50, fuera ya ha amanecido. Remoloneo media hora más en la cama. Bajamos a desayunar, hoy hay gente algo más amable en el saloncito, incluso nos ceden una mesa. Repetimos el ritual de cereales tostadas, leche, zumo y banana.

Tratamos de meter la dirección del mirador de Twin Peaks en el GPS pero Antonio no da con él. Damos una, dos, tres vueltas al mismo barrio, subiendo al Everest por empinadísimas cuestas y con frenéticas bajadas. Decido parar el coche en seco y bajar a preguntar a unos obreros que realizan trabajos en una de las lujosas casas de la zona. Hablan español (algo no muy habitual en San Francisco). Me indican a la perfección e incluso nos dibujan un pequeño plano sobre un cartón. Gracias Brothers.

Las vistas de San Francisco desde el mirador son espectaculares. En el horizonte se ve la silueta de los enormes edificios, y la extensión de la zona. Muchos autobuses paran aqui con turistas, sobre todo japoneses. Los japonese hacen fotos absolutamente a todo lo que ven, por insignificante que sea. En el interior de un coche deportivo, alguien ha tenido una noche dura. Junto a él, la típica bolsa de papel marrón asomandose desde dentro el cuello de una botella. La imagen del tipo duro de las películas, metido en su coche con una botella en la mano, mientras el sol se pone poco a poco al otro lado de la silueta negra de los edificios.

 

Nos dirigimos al barrio de Castro. Uno de los símbolos gays de los EEUU. La banderita con los colores gays colgando de cada farola, parejas que pasean su amor por el mismo sexo sin pudor alguno, gente moderna con looks imposibles y muchas tiendas con artículos eróticos. Castro es un barrio muy erótico. Tiene su encanto. Nos hacemos con un Frapuchino de caramelo en el Starbucks y aprovechamos para ir al baño. Camino del coche, un policía saborea tranquilamente desde el interior de su coche una enorme hamburguesa. Llevamos tres días en una película.

Mucha gente que viaja a EEUU y realiza una ruta como la nuestra, alquila el coche una vez salen de San Francisco y ven la ciudad a pie. Yo creo que esta ciudad tiene mucho más encanto, si la ves desde el volante. Parando en el barrio que quieras y sin morir en alguna de sus pendientes. Cunde mucho más y da tiempo a ver muchísimas más cosas. Si venís, os aconsejo verla con coche.
Lo que menos me gusta de San Francisco (además de su clima), es el alto indice de mendigos y de gente que ha perdido la cabeza por completo deambulando por sus calles. Más adelante nos daremos cuenta de que este problema no es solo de aqui.

Es algo muy extendido por todas las ciudades y pueblos por los que hemos pasado. La socidad americana tiene demasiados compratiotas durmiendo en las calles, arrastrandose entre cartones, y la mayoria de ellos han perdido definitivamente el norte. Algo que es muy tangible en el barrio de HIGHT ASBURY. Aquí hay que caminar con mil ojos. A ratos dan ganas de salir huyendo a toda velocidad, y a ratos de ofrecer un bocadillo o un par de dolares a esa gente que vaga con la mirada y la esperanza totalmente perdidas.

Entramos a un par de tiendas de ropa de segunda mano. Me pruebo un par de chaquetillas antiguas de chándal muy «poperas», pero huelen muy raro. Decido no comprar nada. Mi imaginación comienza a jugarme malas pasadas y comienzo a notar picores por todo el cuerpo.

– Eso es paranoia tuya cariño, porque te has probado ropa de segunda mano.- Me dice Mery espantando los picores.
De nuevo al coche. Rumbo a ver las «Painted Ladies», famosas por aparecer en la cabecera de la serie «Padres Forzosos». Un parque junto a una serie de casas de estilo victoriano. Un lugar perfecto para vivir.

El parque está lleno de vida. Una pareja trata de inmortalizar un beso con una cámara de fotos antigua. dos mujeres conversan animadamente sin apartar la mirada del coito de sus perros. Al fondo del parque se rueda un anuncio con niños. No conseguimos averiguar de que.
Nos adentramos en la zona de «Union Square». Por la radio suena el «Basket Case» de Green day, seguido del «All small things» de los Blink 182. Decidimos entrar a comer a un «Lorys dinner», animados por los comentarios de los foros de viajes. El resultado no es muy bueno. Muy buena decoración, muy americano todo,,,pero la comida resulta bastante regular. Mery se deja la comida en el plato, yo no dejo ni las migas.

 

Decidimos dar una vuelta en el tranvía. Nos situamos en el punto donde manualmente lo giran, para que circule en dirección opuesta. Hacemos una media hora de cola. Junto a la fila dos raperos bailan mediante acrobacias a ritmo de Eminem. Sentado sobre un surtidor de periódicos un tipo rubio mira al cielo con la mirada totalmente ida y envuelto en un asfixiante jersey de lana blanco. No parece estar muy cuerdo. Su cabeza realiza extraños gestos. Se levanta, se acerca, se va, se vuelve a acercar y todo eso manteniendo una extraña conversación consigo mismo. Al fin nos toca subir al mítico tranvía (5 $ por trayecto y persona). Decidimos ir colgados, como en las películas. A tramos parecemos dos niños en  una atracción de feria, subimos hasta la cima muy muy lentamente, para después observar como la calle se pierde cuesta abajo, ¡muy cuesta abajo!.

El cansancio y el hambre comienzan a aparecer de nuevo. Decidimos ir a cenar al «Joe´s», a comernos uno de esos cubos de cangrejos que sirven en la zona del «Fisherman Warf». De camino aparece de la nada un tipo que me grita sacando la cabeza de un arbusto tirado sobre la acera. Mery se pone como loca de contenta porque el tipo que casi me envía al hospital por paro cardíaco salió en el Callejeros viajeros de San Francisco. Encima me pide dinero por asustarme¡¡¡¡¡El restaurante es un espectáculo en si. Cabe destacar la atención de los camareros, no solo aquí, si no en todo lo que llevamos visto. Nos atiende Mike, un filipino con una cresta brutal en la cabeza. De beber me pido una cerveza enorme. De repente la música aumenta su volumen. Los camareros se detienen, y comienzan a bailar una coreografía digna de estos programas de baile que dan por la tele. Mike es un gran camarero y un gran bailarín. Los cangrejos están exquisitos, pero me quedo con algo de hambre.

Sacamos el coche del parking y nos arrastramos entre la noche rumbo al Motel, con la cerveza bailando en la cabeza. Hacemos las maletas. Mañana partimos rumbo al Big sur. Conduciremos bordeando la costa por los típicos acantilados de California. San Francisco ha dejado el listón muy alto. Solo puedo achacarle el clima. Pero sería una ciudad preciosa para vivir. Quizás algún día….

 

 

Mil gracias por leernos y seguirnos en esta aventura!

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