RUTA COSTA OESTE EEUU. DÍA 4. EL BIG SUR

El goteo de la ducha me hace ponerme en píe a las cinco de la madrugada. El sol se asoma con timidez al otro lado de la ventana. El parking se ve todavía muy oscuro. Me meto de nuevo en la cama. A las 7.00 mis ojos se abren de nuevo. Me despierto con ganas, dejando el sueño junto a la almohada.

¿Cómo fue nuestro 4º día de la Ruta Oeste?

Hoy el desayuno está lleno de asiáticos. Nuestro último desayuno es San Francisco. Las últimas rebanadas de pan con queso Philadelphia. Abandonamos la ciudad del Golden Gate. Dos sensaciones se dan de bofetadas dentro de mí; por un lado me quedaría aquí un mes más, disfrutando de esta preciosa ciudad. Por otro…tengo ganas de seguir descubriendo América. Alcatraz, el Golden Gate, Sausalito, el cable car…..todo queda atrás.
Mucho tráfico sobre el asfalto. Dirección Santa Cruz. Un pueblo famoso por ser conocido como cuna del Surf, con permiso de San Diego. El frío se pega al otro lado de la ventanilla.

 

Llegamos temprano a Santa Cruz. Demasiado temprano. Aparcamos el coche junto a la entrada de la playa. Junto a ella un mini parque de atracciones simula ser Santa Mónica. Entre dos coches, tres chicas de tamaño considerable se ríen a carcajadas, con la piel rojiza por los rayos del sol. En cien metros caminando nos topamos con tres mendigos y un grupo de latinos que nos murmuran algo desde lejos. El ambiente no es demasiado acogedor. Falta media hora para que abran el parque. Decidimos tirar un par de fotos sobre la playa.

Me encanta la caseta del vigilante. No nos despegamos del jersey. Al otro lado de la playa se monta un escenario gigante. Esta noche va a haber un concierto multitudinario sobre la arena. Uno de los que están ahí organizando se sienta junto a nosotros a charlar. Le encanta nuestro acento. Yo pillo lo que puedo de su inglés ultra- americano. Comenzamos hablando de España, tratando de situar Zaragoza en el mapa mundi de su cabeza, seguimos con EEUU y terminamos la conversación en el último disco de Blink 182. Me encanta este tipo de gente que tiene medio mundo en sus espaldas.

Nos volvemos al coche. Hay que continuar con el viaje. Quizás por ser demasiado temprano o quizás porque lo había idealizado demasiado. Pero Santa Cruz se convierte en la primera mini decepción del viaje (probablemente la única).

Tres cuartos de hora después llegamos a Monterrey. Un pueblo más grande. Más animado. Más bonito. Decidimos visitar la zona de «Fisherman`s Warft», una zona comercial sobre un dique de madera. Una colonia de leones marinos descansa sobre una plataforma bajo el muelle. Sus gritos llenan el cielo. Tres pelícanos captan la atención de decenas de cámaras que tratan de inmortalizarlos. Preciosos. Monterrey es una ciudad a la que quizás había que dedicarle algo más de tiempo. Pero el viaje continúa.

La próxima parada es Carmel. Un pueblo famoso porque tuvo como alcalde al gran Clint Eastwood (mi actor favorito). Carmel es el pueblo donde todo americano (y no americano) desearía vivir. Cerca del mar, junto a grandes bosques, con enormes y preciosas casas, tranquilo…se respira bienestar. Se respira vida y felicidad. La gente camina sonriente por las aceras. Carmel se convierte en el pueblo más bonito que he visto nunca, colándose delante de Sausalito (San Francisco). Decidimos comer en una pizzería que hay al final de la calle. No me gusta la masa fina en las Pizzas. Las mejores pizzas que he probado nunca me las he comido en New York, durante nuestra luna de miel.

Nos ponemos de nuevo en ruta. Una ardilla aparece de repente en el espejo retrovisor. Nos dice adiós. Rumbo al Big Sur. Preciosos acantilados bordean la carretera. El paisaje es espectacular. A tramos abrimos la boca por el peligro, y a tramos por la belleza que nos ofrece el paisaje. El coche se llena de alegría y felicidad. Conducimos bordeando el Pacífico mientras la radio escupe Los Beach Boys, y esta canción que no para de sonar a todas horas aquí.

Cuando pensábamos que el paisaje nos lo había ofrecido todo, EEUU nos vuelve a sorprender. De repente una enorme colonia de leones marinos descansa sobre la playa. Apenas se ve arena. Es precioso poder verlos en su habitat natural. Dos machos pelean por conseguir a gritos el cortejo de la hembra. Una cría se aventura a sumergirse bajo el agua. El olor no es muy agradable, pero estamos ante un espectáculo único. Pocas veces podremos volver a ser espectadores de semejante espectáculo natural.

 

 

Las vistas del recorrido junto al Pacífico han merecido la pena. Pero nos ha dejado a los dos hechos polvo. La tensión al conducir tan despacio frente al filo del precipicio ha desgastado considerablemente nuestras fuerzas.
El cielo está totalmente enrojecido cuando al fin llegamos a Arroyo Grande. Decidimos dejar las maletas en el hotel antes de buscar un sitio para cenar. Falta una bolsa. La mochilita de nuestra cámara de fotos no está.

Nuestra Nikon aparece sobre el asiento trasero del coche, pero la bolsa no y dentro de ella iban el cargador, baterías, varios objetivos. Hago memoria y mi cabeza va directa a la Pizzería donde hemos comido. En el precioso pueblo de Carmel. Aquella ardilla en mitad del camino no me decía adiós, me estaba gritando que olvidaba mis objetivos. El cabreo es monumental. Mediante el ticket de la comida damos con el número de teléfono. Mery llama. Tienen la bolsa. Mañana a las 8:00 de la mañana debemos estar allí para que nos la den. Eso significa que a las cinco en punto debemos partir.

Tenemos 3 horas de viaje en el retroceso a Carmel. Y después iremos dirección Sureste hacia los Ángeles, cuando lleguemos llevaremos en la espalda 9 horas de viaje. Esta Miguelada va directamente al Top 2, codeándose seriamente con la vez que traté de depilarme el bigote con cera y tuve que acudir al servicio de urgencias del «Miguel Servet» a que me quitaran aquel enorme trozo de cera ya dura. En fin. Quizás en alguna cena de Navidad entre copas de champagne termine haciéndonos gracia la aventura.


 

 

 

 

Mil gracias por leernos y seguirnos en esta aventura!

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2 Comentarios

  1. Carla
    diciembre 8, 2017 / 8:33 pm

    Jo, estaba pensando en organizar una escapada a Santa Cruz para pasar Nochebuena y Navidad y veo que fue una decepción para vosotros…Yo cuando hice el Big Sur no paré allí y además quería profundizar más en la zona. A ver que más encuentro…

    • diciembre 26, 2017 / 5:13 pm

      Creemos que fuimos demasiado pronto y por eso vimos todo cerrado y sin nada de ambiente!

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