EXPERIENCIA RURALKA EN TARRAGONA. HOTEL RURAL LES CAPCADES

Nuestra segunda experiencia Ruralka fue en Tarragona, en el Hotel Rural Les Capcades. Para un recién llegado que no conoce la zona de la “Terra Alta”, el Hotel Rural “Les Capcades” es algo parecido a una cajita con un envoltorio de regalo y un bonito lazo.

Te quedas maravillado con la paz y calma que se respira en el lugar. El Hotel se encuentra en medio de una enorme finca, donde lo único que se escucha es la pura naturaleza. No somos capaces de ver el final, pero nuestra vista si alcanza para percibir la presencia de un rebaño de cabras y una enorme vaca que busca su merienda entre los matorrales.

Fotografías del Hotel Rural Les Capcades

Nos recibe una simpática chica, que nos acompaña a nuestra habitación. Una enorme sala con una preciosa cama y un ventanal que recorre la habitación de lado a lado. Al otro lado del cristal un acogedor jardín privado con vistas al pueblo; “La Horta de San Joan”. La vista es espectacular. El gran Picasso recurrió a este lugar en busca de inspiración. Nosotros no buscamos inspiración, pero lo que si encontramos seguro fue un remanso de paz absoluto a escasas dos horas de casa. Parecía que habíamos visto ya el plato fuerte de la habitación, pero quedaba el as bajo la manga. En el baño hay instalado un jacuzzi, perfecto para terminar la jornada con un algún buen vino de las viñas cercanas.

Preguntamos por la piscina. Llegamos justo a media tarde con el calor de final de julio agarrado a nuestra ropa. Nos pusimos los albornoces, descendimos las escaleras, atravesamos el pasillo junto al restaurante y fuimos a parar a una enorme sala acristalada, con suelo de madera y una enorme piscina en medio con vistas a la finca. Aquel baño fue terapéutico. La piscina se iba a convertir en uno de los lugares más frecuentados de nuestra estancia. Luego nos tumbamos sobre una de las tumbonas que había en la enorme terraza contigua a la piscina, a esperar a que el sol del atardecer secara nuestros cuerpos.

A las 21.00h bajamos a cenar. Nos atendió una entrañable mujer llamada Mari un día, y Anna; la gerente, el otro. No sabemos decir cuál de las dos nos trató mejor, pero si nos tenemos que quedar con alguien del equipo de “Les Capcades”, nos quedamos con la cocinera. La única persona a la que no tuvimos el placer de conocer en persona, pero su buen hacer con la comida te cautiva. Tiene un “Don”.

Aquí se cenan platos de degustación, concretamente cinco. “Consejo de amigo”: Comed poco y guardad energías para la cena porque es sabrosa y contundente. Tuvimos el placer de probar 10 platos en dos noches y nuestros favoritos fueron: Carpaccio de langostinos con trufa, tostadas de romero con foie y mango, sopa de tomate y albahaca y la merluza con jamón y ajos tiernos. No podríamos elegir solamente uno. Todos con una elaboración y presentación digna de cualquier programa de cocina que tanto están de moda ahora. Como mención especial, nos comentaron que cada día los platos son diferentes, es decir, podrías comer durante una semana el menú degustación de la cena y nos cenarías dos veces lo mismo, dato que dice mucho de la imaginación gastronómica de su cocinera.

Además de las instalaciones del Hotel, hay infinidad de actividades que hacer en los alrededores. Desde degustar una cata de vinos en alguno de los viñedos cercanos, pasear en bicicleta por una antigua vía de tren reconvertida en bonita travesía, practicar deportes de aventura, aventurarte a subir a la montaña de Santa Bárbara o pasear por el bonito pueblo de la Horta de San Joan.

Un lugar que ofrece una atmósfera relajante y de total desconexión que a la vez es capaz de seducir al más intrépido aventurero por su gran oferta de actividades al aire libre. Un auténtico descubrimiento que os recomendamos totalmente.

 

 

 

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Mil gracias por leernos y seguirnos en esta aventura!

IATI

 

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